lunes, 20 de junio de 2011

LA AUTOESTIMA Y EL PROPIO AMOR

¿Cómo aprendemos a amarnos a nosotros mismos?
Como casi todo lo demás: experimentándolo.
Es decir, otro u otros tienen que amarnos para poder sentir lo que es el amor hacia nosotros mismos. Ocurre desde el principio, desde que somos bebés.
Los papás, los abuelos, los tíos, los primos, los profesores, los amigos, los vecinos íntimos... Todo lo que nos van diciendo sobre nosotros, las acciones que hacen hacia nosotros, el afecto que nos dirigen, es lo que va configurando la experiencia del amor.
Si tenemos la fortuna de nacer en una familia con unas emociones saludables, nos resultará fácil aprender sobre amar y el amor.
Si no es así, deberemos esperar a ser mayores, caernos y levantarnos cien veces, hasta que el deseo de mejorarnos sea tan intenso que busquemos al amor, a nuestro propio amor.
Sin embargo, ¡es tan fácil amar a un niño!
Tierno, inocente, alegre, generoso, sabio. Sí, sabio, porque los niños pequeños están conectados con su cuerpo, con los procesos naturales y saben más que muchos adultos. Cuando un niño no quiere comer más, y los adultos le obligan, tantas veces acaba con dolor de tripa...Eso es porque el niño sabe que no debe comer en ese momento. Pero el adulto lo ve como una rebeldía, como una desobediencia, y dale que te pego, hasta que al final, vomita.
Pero hablábamos de amor.
Amar es aceptar al otro exactamente como es ahora, sin importar lo que no nos gusta.
Amar es confiar en el otro, sin medida, a ciegas.
Amar es comunicar, con claridad.
¿Qué tal si nos lo aplicamos a nosotros?
Dejar de culparnos por mil cosas, sentir indiferencia por lo que no nos acaba de gustar de nosotros, confiar en nosotros más que en ninguna otra persona o cosa. Decirnos lo que queremos de verdad, ser sinceros.
Así comienza a germinar la semilla del amor.
¿Qué tal una cita contigo mismo o misma?
Para conocerte mejor, para darte un placer o una delicia, para cuidarte por dentro y por fuera.
Suena extraño, sí. Pero ¿quién es la persona con la que convivimos las veinticuatro horas del día, incluso durmiendo y soñando? Pues sí, con nosotros mismos.
Por eso esa es la relación que hay que cuidar más, porque es la más próxima.
Cuando hacemos eso por nosotros, hacerlo por aquellos a los que también amamos, no es que sea más fácil sino que es más auténtico.
Además, si recordamos la secuencia pensamiento-sentimiento-acción-resultado, cuando comenzamos a decirnos cosas verdaderas sobre nosotros, cuando nos alentamos en lugar de criticarnos, cuando nos impulsamos a pesar del miedo, esta cadena se transforma, y nosotros con ella.
Siempre estamos a tiempo de cambiar de dirección, siempre estamos en el punto perfecto para llegar desde donde estamos, a donde queremos llegar.
Sólo hace falta darse cuenta, tomar consciencia y decidirnos a actuar.
Nuestra vida es exactamente como permitimos que sea, por duro que parezca.
La mente está para servirnos, ¿vamos a tomar las riendas oseguiremos dejando nuestro destino en manos de las ideas de los demás?



domingo, 5 de junio de 2011

LA SECUENCIA TAL Y COMO SUCEDE

La secuencia es la siguiente:

PENSAMIENTOS llevan a
                                             SENTIMIENTOS llevan a
                                                                                       ACCIONES llevan a
                                                                                                                  RESULTADOS


Es secuencia es muy valiosa, porque podemos intervenir en ella y TRANSFORMAR-NOS.

El pensamiento debe ser el pensamiento positivo.
¿Qué es el pensamiento positivo? Un pensamiento concreto y específico, que voluntaria y conscientemente pensamos, porque queremos obtener un resultado también concreto y específico.
También podemos intervenir en la secuencia a través de los sentimientos. Cuando nos sintamos mal de algún modo (nerviosos, agobiados, asustados, tristes, furiosos...) y nos preguntemos "¿Con qué sentimiento agradable puedo conectar ahora mismo?", nuestra mente, a la que le es imposible dejar sin responder una pregunta, nos traerá un sentimiento agradable, que en ese mismo instante nos devolverá la sensación de bienestar.
¿Cómo funciona esto?
Cuando pensamos algo, este pensamiento nos lleva a un sentimiento coherente con lo que pensamos. Dado que las acciones son impulsadas por los sentimientos, este sentimiento coherente con lo que pensamos nos empuja a realizar una acción que también es coherente. Como toda acción provoca un resultado, este resultado también será coherente con lo que pensamos.
Ejemplo:

Esto me supera
                           Me siento impotente
                                                              No busco solución
                                                                                             El resultado es el fracaso


Puedo superar esto
                                 Me siento capaz
                                                             Hago lo necesario
                                                             para superarlo
                                                                                            El resultado es salir de donde estaba

Naturalmente, esto no es magia.
Por tanto, no ocurre al instante.
Necesita de atención, dedicación y práctica.

Además, hemos de añadir a la secuencia un elemento histórico: los puntos emocionales fijos negativos que hemos ido practicando a lo largo de los años. Estos puntos fijos emocionales son los patrones que hemos observado y absorbido de los adultos que nos rodeaban cuando éramos niños y de las propias experiencias que hemos ido viviendo, moldeadas por esos mismos patrones fijos.

Estos puntos emocionales fijos (quiere decir que los hemos repetido infinidad de veces) son pensamientos que nos limitan. No podemos olvidar que a los niños en las culturas occidentales se les repite hasta la saciedad una frase demoledora: NO PUEDES...lo que sea.
Esto de niños, lo aprendemos tan bien, que después ya no nos hacen falta otros adultos que lo digan, nos lo decimos a nosotros mismos, y nos lo creemos.

Haz una lista de tus puntos emocionales fijos negativos y hazla también de los puntos emocionales fijos positivos. Apóyate en los positivos para vencer a los negativos. A éstos, reformúlalos de modo que tú tengas el poder (de elegir).
Trabaja el tiempo que haga falta con los puntos fijos emocionales negativos, hasta que ya no te los creas. Esto se hace repitiendo el pensamiento positivo que neutraliza a cada uno de ellos. Ayúdate con imágenes y sensaciones que te hagan sentir bien.
Busca incansablemente el bienestar, tomando consciencia de cuando te sientes mal y preguntándote con qué sentimiento agradable puedes conectar en ese instante. Recupera el estar bien. Piensa en lo que quieres y no te fijes en los detalles de lo que pasa en ese momento. Recuerda que puedes elegir entre ver las cosas como son o imaginar como quieres que sean.
Lo que nos sucede es responsabilidad nuestra y de nadie más. Porque somos nosotros quienes interpretamos lo que nos sucede, en base de los puntos fijos emocionales.
Si queremos que nuestra vida cambie a mejor, hemos de cambiar nuestras creencias.
Si queremos una vida mejor, debemos tomar consciencia de lo que deseamos y no desear desde el miedo, la necesidad o la ira.
La transformación es posible.
Depende de cada uno.