Te preguntarás ¿qué es practicar A.P.I.? ¿Cómo hacerlo, puede mejorar mi vida?
Lo primero es definir estas
siglas:
“A” de amar
“P” de permitir
“I” de imaginar
Una de las lecciones más costosas
con las que nos enfrentamos, es la de aprender a amarnos a nosotros mismos,
profundamente. Aceptándonos exactamente como somos, sin juicio, sin crítica,
sin rencor. Aceptar no es apechugar
con mis defectos, sino que yo decido voluntariamente que dejan de tener
influencia sobre mí, que siguen sin gustarme, pero que ya no me molestan ni me
hieren, ya no me avergüenzan ni son un freno para desarrollar todo lo que yo
soy.
Aprender a amarse, es pues lo más
importante, lo más valioso y sin lo cual mi desarrollo como persona queda
mermado, inacabado. También es uno de los aprendizajes que más esfuerzo nos
exigen, porque la educación que hemos recibido (al menos en el mundo
occidental), precisamente, apunta a lo contrario: anteponer personas o causas
al propio amor, que es tachado de egoísmo, es estigmatizado.
Al niño, que enfadado reclama el
juguete que otro niño le quitó, se le insta a no enojarse, a dejar que otro se
apropie de lo suyo porque hay que compartir, no hay que ser egoísta, sin
comprender que de esta manera al que permitimos ser egoísta es al otro.
Docenas, centenas, miles de veces
escuchamos cuando niños que seguir nuestros impulsos y deseos, nuestra
intuición, es un error. Como deseamos la aprobación de nuestros mayores
renunciamos a nosotros mismos, rechazamos esa inteligencia intuitiva e
inconsciente, nos decimos que no hemos de hacer caso y, practicamos.
Practicamos hasta que nos volvemos sordos a nuestras necesidades, deseos,
percepciones. Y en ese camino de renuncia vamos perdiendo la oportunidad de
aprender a amarnos, a aceptarnos, a confiar, a ser nuestro propio y firme
apoyo.
Dicen que una vez, le preguntaron
a Miguel Ángel, el escultor renacentista, cómo podía imprimir tanto sentimiento
en sus esculturas. Él contestó “yo sólo le quito a la piedra lo que le sobra,
para que salga su esencia”. Qué hermoso ¿verdad? Usando esta anécdota como
analogía, cada uno de nosotros debemos quitarnos
la piedra que nos sobra para que salga nuestra esencia.
Esto explica bien claramente lo
que significa cambiar. Seguro que habrás escuchado a personas que afirman que
no se cambia, y a otras, que es posible cambiar. Vamos a analizarlo, porque
ambas aseveraciones son ciertas. La esencia, la persona que somos, nuestros
talentos y capacidades y la forma natural de encajar a la vida, no cambia.
Afortunadamente, ya que si no seríamos completamente maleables, no tendríamos
identidad.
Sin embargo, todo lo que
aprendemos desde que venimos al mundo (que es lo que configura nuestra personalidad)
está impregnado de las creencias de nuestra familia y de la sociedad en la que
crecemos, de carencias y pérdidas antiguas, de debilidades que han sido de
otros. Depende de cuánto haya de limitante en este conjunto de ideas y
experiencias ajenas, nuestra concepción del mundo y de nosotros mismos nos será
más favorable o menos. Si nos resulta desfavorable, nos frena nuestra valentía
para correr tras los sueños y hacerlos realidad, nos obliga a traicionarnos a
nosotros mismos, entonces, esta es la piedra
que debemos quitarnos, esto es lo que sí puede cambiar. Afortunadamente, porque
si no estaríamos condenados a perpetuar la vida de otros, sus decepciones y
fracasos.
Si deseas mejorar tu vida y a ti mismo o a ti misma, dedica mucha
energía y empeño en cambiarte a ti mismo o a ti misma, para que puedas ser
verdaderamente quien eres, quita toda la piedra que te sobra, volarás más alto
y más ligero. Ámate sincera y
profundamente, porque el amor es lo único más fuerte que la tentación de
negarnos a nosotros mismos.
Aprender a amarte profundamente
es la lección que con más cariño has de tomar. Porque será este propio amor que
desarrolles, el que llenará los vacíos interiores que te impulsan a las
adicciones, tanto las físicas como las emocionales y que te convierten en un
esclavo. Será este propio amor el que te impulsará suavemente o a lo grande, a
confiar en ti, a creer en lo que sientes y a usarlo para crear una vida muy
parecida a la que sueñas en tu yo más secreto. Será este propio amor el que te
otorgará la valentía y el arrojo necesarios para abandonar tu zona de confort y
atreverte a experimentar la vida con más plenitud, goce y aventura. El propio
amor es el que te conducirá a la alegría, que es la sal de la tierra, sin la
cual todo lo vivido es insípido y aburrido.
Cuando hayas aprendido a amarte
auténticamente, serás libre para permitirte recibir lo que deseas. Sí, porque
cuando deseamos algo y no llega es porque nosotros mismos lo estamos
boicoteando al creer inconscientemente, que no somos dignos de recibirlo, que
no nos lo merecemos. Y lo queremos, sí, y de verdad, pero también de verdad
creemos que no es para nosotros. Es un gran error, porque no hemos de hacer
nada especial para ser dignos y merecedores, solamente ser quienes somos y
estar vivos, eso es suficiente. Aunque naturalmente hay muchas creencias que
afirman lo contrario. Pero que lo afirmen no supone que sea verdad. Tú ya eres
digno de lo mejor de lo mejor, porque estás vivo, existes y sientes. No eres lo
que haces (que puede ser malo malísimo), sino que eres quien eres.
Permitirnos recibir nuestros deseos, creer que
somos dignos de una vida maravillosa (no exenta de retos y dificultades, sino
llena de amor, de aventura, de goce) es lo que hace que ocurra el milagro: lo
que sucede nos es favorable, gozamos fácilmente con lo que vivimos, sentimos
alegría, energía, nos sentimos conectados. Poco a poco y en un flujo continuo,
todo lo que queremos se va haciendo realidad, en función de nuestro nivel de
permiso.
Si deseas mejorar tu vida, aprende a permitirte lo que deseas.
¿Sabes que con cada nuevo deseo se expande el universo? Es maravilloso que
siempre haya deseos que cumplir, territorios que explorar, amarnos y amar
todavía más.
La tercera cuestión que has de
aprender para mejorar tu vida seriamente, es a imaginar. Utilizar esta capacidad extraordinaria de nuestra mente
que es imaginar, para crear detalladamente lo que tú quieres y vas queriendo en
cada momento. Y es extraordinaria esta habilidad porque nuestro subconsciente
–que tiene como función protegernos del dolor emocional, evitando las
situaciones, cosas o personas que cree que pueden provocárnoslo- no puede
distinguir la realidad, de una representación de dicha realidad. Es decir, no
sabe diferenciar entre una pizza, pongamos por caso, y una fotografía de esa
pizza. Por eso, cuando imaginamos lo que deseamos y le ponemos color, sonido,
olores, texturas, todo lo que sentiríamos si realmente estuviéramos viviendo
esa situación deseada ahora mismo, el subconsciente cree que está pasando de
verdad y conforme lo repetimos, se hace más y más evidente para él, que ya lo
hemos vivido, de modo que es una experiencia segura, no hace falta evadirla ni
rechazarla.
Si ya no hay peligro, no hay
miedo ni temor y entonces nos sentimos seguros, confiados, tenemos certeza (o
fe) de que eso es posible para nosotros, y es así como podemos transformar el
deseo en realidad.
Si deseas mejorar tu vida auténticamente, trabaja con tu imaginación,
repite hasta que sea para ti algo cercano, alcanzable, ese deseo, ese sueño que
late en tu corazón.
De manera que si aprendes a
amarte, a permitirte recibir y a imaginar con detalle lo que deseas, si
practicas A.P.I. en pocos meses tu vida dará un giro de ciento ochenta grados,
¿quieres que así sea?, entonces ama, permite e imagina todos los días, con
dedicación, con determinación y tu esencia aflorará, llenándote de amor y de
goce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario