jueves, 11 de julio de 2013

¿QUIERES UNA LLAVE MAESTRA? ¡ENFÓCATE!




¿Qué es enfocar?
Poner toda la atención, energía, en un punto concreto.
Imagina un escenario, y tu cantante favorito haciendo lo que mejor sabe hacer: cantar. ¿Te lo has imaginado a oscuras? ¿Te lo has imaginado tan lleno de luz y movimiento que ni siquiera lo ves? No. Seguramente has imaginado a esa persona que te encanta como canta, enfocada con la luz que le hace destacar de todo lo demás, y lo miras, mientras escuchas esa melodía y esa voz expresando sentimientos.
Los técnicos de iluminación en espectáculos lo saben muy bien. Enfocan a la persona que quieren que sobresalga, que capte la atención, y no le quitan el foco de encima hasta que ha terminado.
Ahora, quiero que imagines tu proyecto. Uno grandioso o uno chiquito. Hazlo como si fuera una maqueta o un escenario o un dibujo a todo color y detalle, o como si fuera una película.
Observa el conjunto y luego. ¿Por dónde empiezas? Hay tantas cosas que no sabes cuál elegir. Te pones nervioso, es muy bonito, es muy potente, pero es tan grande que te desorienta. Muchas veces, al pensar en tu proyecto te pasa lo mismo y acabas huyendo del agobio, pensando en otra cosa, distrayéndote con otros temas. Más tarde, te sientes frustrado porque no consigues lo que deseas (que es ponerte a trabajar en tu proyecto, antes que conseguir el proyecto mismo). Y poco a poco vas quitando alas a tu sueño y te conviertes en tu propio mata sueños.
Ahora piensa en las tareas cotidianas, en las labores domésticas. Hay tanto que hacer, que tampoco sabes por dónde empezar, y así demoras y evades y al final, te acaba comiendo la porquería. O no, pero sí es seguro que te agobia y te frustra aunque intentes mirar hacia otro lado. O en las tareas de la oficina, del despacho, de la tienda…
Dijo un sabio: un camino de mil pasos, comienza por el primer paso. Y yo añado: sólo un paso tras otro nos lleva a alcanzar la meta.
Este es uno de los secretos del éxito: conjugar comenzar con enfocar.
Si queremos que se haga algo, hay que poner manos a la obra. Esto es comenzar. Sin dudas y sin demoras. ¿Quieres pensar en un nuevo proyecto laboral? Pues coge abundante papel y bolígrafo (o si eres fan del ordenador, abre una nueva carpeta y comienza el documento) y ponte a pensar en el proyecto. No el fin de semana o el mes que viene, no. Ahora. Abrir una carpeta, coger una hoja de papel y un bolígrafo, poner un título (“borrador del nuevo proyecto”, por ejemplo), lo puedes hacer ahora mismo. Este acto es importantísimo. ¿Por qué?, te estarás preguntando. Pues la respuesta es que con esta acción has traspasado la frontera de lo intelectual, de lo invisible, de lo abstracto, al mundo material, concreto, tangible. Ya tienes ese nuevo documento en tu ordenador o esa hoja con su título. Empezar a materializar lo que deseamos es como un ancla que nos fija en un punto e impide que vayamos a la deriva. El pensamiento es tan veloz, que sin darnos cuenta podemos pensar multitud de cosas al respecto de algo, pero de las que no retenemos más que una proporción muy pequeña.
De modo que al tener algo físico que puede albergar ideas, es mucho más fácil ir a ese soporte material y usarlo, es decir, anotar esas ideas para que no se nos escapen. Cuando lo llevamos haciendo un tiempo, habremos recopilado mucho material e información para pasar al siguiente paso, muchas preguntas a las que hemos de dar respuesta. Pero no sólo eso, sino que estaremos ilusionados, con entusiasmo, con ganas de seguir avanzando. Es decir, estaremos provocando motivación, el motor imparable para conseguir cualquier cosa.
He dicho que lo primero era comenzar y que había que unirlo a enfocar. Pues bien, el propio acto de comenzar puede resultarnos difícil por es todo tan amplio, hay tantas variantes que contemplar, tantas elecciones ya que tomar…que nos agobia y reaccionamos como siempre ante los nervios: huyendo. Esto podemos detenerlo si aprendemos a enfocar, ya en este primer paso.
Pongamos el foco dónde nos sirva. No sobre toda la panorámica (que sería todo el escenario del ejemplo anterior del cantante), sino sobre una cosa. Como estamos al principio, no importa sobre qué cosa ponemos atención, sino que lo importante es poner atención en algo. Por ejemplo, enfoquemos en las preguntas importantes que nos tenemos que formular sobre este proyecto.
Prueba. Piensa en un proyecto (no hace falta que sea laboral, puede ser la fiesta de cumpleaños de tu hija o de tu padre; organizar las vacaciones, o pintar la casa) y enfócate en las preguntas importantes al respecto.
¿A qué aparecen respuestas –en este caso preguntas que hemos de hacernos? ¿A qué te anima? ¿A qué empiezas a ver caminos y posibilidades?
Pues claro. Una vez has anotado estas preguntas relevantes, vuelves a aplicar el foco y eliges una de las preguntas para desarrollarla (hacerte más preguntas concretando más), y así sucesivamente.
Enfocarte significa también, que todos los días eliges alguna de las cosas que ya has analizado o anotado y la llevas a término: llamar a los restaurantes para pedir precios, mirar en Internet locales en otras poblaciones, o cualquiera de los ítems trabajados. Y en ese día, lo haces. Si sólo has podido realizar tres de las nueve llamadas, pues al día siguiente sigues con la lista. Verás algo extraordinario: el proyecto crece, se concreta, avanza, se convierte en realidad. Es liviano de realizar porque cada día, sólo has de enfocarte en alguna de las cosas para hacer, y hacerlas. No todo el trabajo, no. Sólo lo que enfocas (te fijas en ello, le prestas atención).
Enfocarse, sirve además para evitar que nos sobrecarguemos. Si pensamos que todos los santos días de nuestra vida tenemos que cocinar o preparar alimentos tres o cuatro veces, sentimos un peso enorme porque es tedioso, aburrido, insoportable. Pero si nos enfocamos sólo a lo que queremos preparar hoy, es liviano, porque hoy ya casi tenemos hambre y se nos ocurren ideas de platos ricos y fáciles. Y los hacemos sin problema, sin sentirnos atrapados en las cuatro paredes de la cocina.
Piensa ahora en el peso de las reuniones semanales en el trabajo, tensas, difíciles. O en archivar todos los expedientes. O en bañar todas las noches a los niños… El peso de la amplitud de la panorámica de las tareas puede resultar insostenible ¿no es así? Pero si nos enfocamos en una cosa, en hoy, y la hacemos, no sólo es soportable sino que podemos convertirlo en interesante, alegre, práctico, incluso feliz.
Comenzar y enfocar. Empezar ahora, poner el foco en algo concreto. Hacerlo hoy, hacerlo mañana. Comprobar resultados, motivarnos, estar satisfechos, lograr lo deseado. Volver a comenzar y enfocar otro proyecto. Seguir los pasos. Disfrutar de nuevo. Esta es una dinámica maravillosa, feliz, próspera, eficaz, inteligente, emocionante…
Comienza y enfoca, una y otra vez, en esto y en aquello. Verás crecer tus proyectos, gozarás de los resultados. Sabrás en tu interior que siempre habrá nuevos deseos que colmar, que es inagotable la fuente para gozar, y lo más esencial: que eres tú mismo o tú misma el eje sobre el que pivota tu vida, que eres tú quien crea tu mundo, que eres tú quien lo experimenta.



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