jueves, 29 de mayo de 2014

ARMONIZARTE EN 1 MINUTO

Mónica Villamarin nos trae de nuevo un vídeo útil para ayudarnos a estar mejor y mejor.
Esta técnica ya la conocía con alguna variante:
- por la mañana trabajar con la mano derecha y por la noche con la mano izquierda, dos minutos para cada dedo y un minuto para las palmas unidas
Creo que son detalles sin importancia, lo que es muy bueno es que incorpores este ejercicio a tu día a día y en pocas semanas te darás cuenta de los cambios que produce.


jueves, 22 de mayo de 2014

SÓLO SI CUESTA ESFUERZO VALE LA PENA

Esta es, bajo mi punto de vista, otra de las creencias demoledoras que hemos aprendido.
La aborrezco, porque es mentira.
La detesto porque perpetúa una visión del mundo dolorosa, dónde tienes que dejarte la piel para conseguir algo de lo que quieres.
Asocia el conseguir algo con perder o renunciar a otra cosa a cambio.
Si no consigues tu objetivo está claro: no te has esforzado, el fracaso es tuyo y sólo tuyo.
Si te has esforzado y no lo has conseguido, también está claro: no te lo mereces, no te lo has ganado.
Sobrevive el más fuerte, que es el que se esfuerza y gana.
Además, está en oposición con su contrario:

SI ES FÁCIL NO ES DE VALOR

Que es otra mentira.

Si me he adaptado bien al cambio en la vida que supone tener un hijo, es que es suerte. Los padres de verdad son los que luchan y sufren.
Si tengo talento para el dibujo o la música, es decir, que me es fácil manejarme con formas, volúmenes, perspectivas o bien, con notas, melodías, sonidos...hasta que nos has estudiado diez o más años, hasta que no te has esforzado, tu talento no vale para nada.
Si he superado una situación dolorosa con cierta facilidad -por ejemplo, una separación o divorcio- entonces es que no le querías mucho...

Qué tremenda manía en perpetuar una creencia que no hace más que limitarte por todas partes:
- hay que sufrir
- hay que sacrificarse
- hay que renunciar
- hay que ganárselo
- hay que merecerlo
- si no lo alcanzas, es tu culpa





El esfuerzo implica lucha, y la lucha contiene el concepto de que ha de haber un ganador y un perdedor.
Estas creencias nos separan en vez de unirnos, nos convierten en competidores en lugar de en cooperadores. Nos encuadran en un rango social: los que vencen o los que son derrotados.

Fijemonos en la escuela: en lugar de alentar y apoyar los talentos, que es lo que poseemos de modo natural, se hinca el diente en aquello para lo que tenemos menos talento o ningún talento. La atención se pone en las asignaturas de primera clase (mates, lengua, sociales, naturaleza) y se desprecian las asignaturas que desarrollan el hemisferio derecho (por cierto, que es el que procesa las emociones) tales como manualidades, dibujo, música, danza...
¿No sería mejor alentar en los niños y niñas lo que mejor se les da? ¿Cuánto economistas -aún pudiendo hacerlo perfectamente- en realidad han querido trabajar en otro terreno, más acorde no con sus posibilidades sino con sus talentos? Podemos hacer una cosa bien, pero eso no significa que tengamos que dedicarnos a ello.

Un caso aparte es el deporte, ya que aquí es dónde el sermón del esfuerzo planta sus mejores semillas. No hay victoria sin dolor, por ejemplo, una frase tan manida en deporte. Vencer o morir, toma frase colapsante.

¿Cómo se aprende mejor -no sólo escolarmente sino cualquier cosa que queramos aprender-? Con una actitud concentrada y sólo podemos concentrarnos si estamos tranquilos; con una actitud curiosa, con deseo de explorar -y esto sólo pasa si estamos relajados, alejados de preocupaciones; con un sentimiento de alegría que nos impulsa con determinación a avanzar; con la atención puesta en lo que yo puedo hacer, no en el resultado (más exitoso o menos) que surja de mis acciones.

De este modo, la vida fluye desde las zonas de confort (lo que ya sabemos) hacia los territorios inexplorados (lo que aún desconocemos) con armonía, sin lucha, sin esfuerzo, con pasión, alegría, curiosidad, enfoque, meta. Es excitante aprender y crecer, de este modo. No importa cuándo consiga dominar ese aprendizaje, importa alcanzarlo y en el camino, disfrutar de lo que va pasando. Cada pequeño paso es en sí mismo un éxito desde esta perspectiva; es un logro que nos anima, nos motiva, nos empuja a seguir adelante; no se tienen en cuenta malos resultados, porque es natural hacerlo peor al principio y mejor al final. Cada equivocación, nos permite averiguar que es lo que no hay que hacer. Y esto es vital para aprender. Por eso, tenemos derecho aequivocarnos tantas veces como nos haga falta hasta haber aprendido.



La idea de que si está exento de esfuerzo, tiene poco valor, además nos sumerge en una trampa temporal: el presente no importa, porque lo que queremos está en el futuro. Miramos hacia ese futuro y sufrimos porque todavía no ha llegado el resultado que deseamos, en vez de concentrarnos en el presente que es dónde podemos tomar decisiones, dónde podemos disfrutar, dónde podemos crear... De ahí esa fijación con que llegue el fin de semana de tantas personas: el descanso, el goce sólo habitan en ese sábado o ese domingo. Así un enorme número de días del año sólo es espera ansiosa de unos pocos días de alegría. Así se les pasa la vida a muchas personas: en un soplo.

 Cuándo estamos centrados en el presente, cuándo nos entregamos a vivir intensamente cada minuto -sí, lo mejor que nos pasa y también lo peor, la vida es una suma de todo- la verdad es que sentimos que hay tiempo para todo, las horas no son ni largas ni cortas sino suficientes para desarrollar lo que queremos en ese momento. También nos sentimos muy bien, conectados con quien somos y con nuestro poder. Estamos más lúcidos, aprovechamos hasta la última gota nuestros talentos y cualidades. Nos damos cuenta de lo que está mal y se nos ocurre la forma de solucionarlo. Nos podemos comunicar de verdad, escuchando al otro -no sólo callando esperando mi turno- podemos compartir genuinamente; podemos elegir qué sí o qué no, desde nosotros mismos no desde clichés o creencias de otros.



Así que oye, no te creas todo lo que oigas -ni siquiera lo que yo te digo- y atrévete a explorar por ti mismo o por ti misma. Prueba, observa, analiza, soluciona, date oportunidades, ámate tal y como eres ahora mismo (no cómo te han dicho que debes ser), concéntrate en lo mejor, confía en ti, conecta con tu poder y con tu determinación. Disfruta de todo, aunque sea muy sutil. Coopera en lugar de competir, piensa en ganar-ganar no en ganar-perder (incluso contigo mismo). Tienes derecho a ser feliz, te lo mereces, ya te lo has ganado ¿sabes cómo? Porque existes, porque vives, porque eres tú.

Si te gusta, ya sabes comparte, abajo tienes los botoncitos.
Si tienes ganas, déjame un comentario, es importante para mí lo que tú opines.
Y si quieres que te ayude a mejorarte, escribe  mimundoemocional@gmail.com





jueves, 15 de mayo de 2014

¿VIVES COMO UN BÓNSAI?

El arte del bónsai consiste en cultivar un árbol (de determinadas especies) impidiendo que crezca a su tamaño natural mediante técnicas como el pinzado, alambrado, poda, etc. y mantenerlo en una maceta toda su vida (si no se muere antes, claro).
Es originario de China y aunque hasta hace unos años, la cultura china me fascinaba, en el momento actual no le veo más que pegas: la superstición juega un papel determinante en las vidas de las personas y las sume en un estado de impotencia, que se refleja en todos los ámbitos de la vida; es una cultura de crueldad aceptada (los pies deformados en las niñas para que no se pudieran mover de casa), vender a las hijas con naturalidad, y tantas otras cosas...Y desde luego, los inventores del Bónsai: reprimir la naturaleza del árbol, dominarla a su antojo, convertirlo en algo que no es.











Ahora mira el tamaño real de este granado y de este albaricoquero:





En nuestra cultura, las ideas colectivas limitadoras provocan en nosotros, el mismo efecto Bónsai: nos pinzan, nos alambran, nos podan...convirtiéndonos en personas alienadas, que no saben ni sienten quienes son en realidad. Nos obligan a actuar, a tomar decisiones, que no son las que nosotros de verdad elegiríamos. Entonces nos condenan a vivir una vida inventada, irreal, y esa es una de las causas que nos inflinge tanto sufrimiento.

Lo que dirán (juzgarán) los demás
Tu no has nacido para triunfar
Dios es quien decide por ti (y tu padre es su representante en la Tierra)
Hay que hacer lo que hacen todos, destacar te traerá problemas
Los ricos son malas personas
La miel no es para la boca del asno
Pobre pero honrado
Si no eres bonita no conseguirás más que migajas
Has de ser fuerte, eres un hombre
Si eres así, no te casarás (nadie te amará) nunca

Y tantísimas otras ideas que limitan (podan, alambran, pinzan) nuestro verdadero ser y son origen de sufrimiento.
La buena noticia es que podemos revertir el proceso. Sí. Podemos quitar todos los alambres, las pinzas, y podemos injertar nuevas ideas que crecen compensando las podas.
No te diré que sea fácil, no. Pero te digo que vale la pena porque la sensación de ser quien eres de verdad, de elegir desde ti y no desde las creencias de otros, es extraordinaria. Hace sentir que estás vivo, y esto es impagable.
Busca cómo hacerlo, pregunta, infórmate y decide, un día -como el de hoy- que ya basta de vivir como bónsai, que tienes derecho a ser muy-muy alto, con todas las ramas que te de la gana y generar los frutos que te apetezcan.
Puedes hacerlo. Tienes derecho a hacerlo. Ya te lo has ganado, está en tu propia naturaleza.
Y ya sabes: si me necesitas para ayudarte a injertar, escríbeme mimundoemocional@gmail.com 
Y si te ha gustado este post ¡comparte! los botones de más abajo te dejan hacerlo.
Que tengas un excelente día (y vida)